Sí, estamos a 24 de Diciembre. Cómo pasa el tiempo, hace unos cuanto años era yo la que iba a casa de mis abuelos para cenar y reunirnos con toda la familia, mi hija sacaba la guitarra y nos poníamos a cantar villancicos, veíamos a Rafael en la tele cantado el tamborilero, el rey anunciaba su discurso como todos los años (discurso que casi nadie escuchaba) y después de cenar nadie se marchaba, la fiesta continuaba con juegos de mesa. Nunca quería que se acabase este día, que nadie se fuese para estar así todos juntos.
Muchas cosas no han cambiado excepto mi edad; ahora no soy la pequeña niña que iba a celebrar las Navidades a casa de sus abuelos, ahora son mis nietos y mis hijos los que vienen a mi casa, aún así tengo que decir que mi espíritu sigue siendo igual que el de aquella niña y que sigo conservando la alegría que me caracterizaba. Ahora es mi hija quien toca la guitarra, Rafael sigue cantando villancicos en la tele como de costumbre y el rey (con unos cuantos años a sus espaldas) sigue con su discurso que tampoco mis nietos escuchan. Aunque los tiempos han cambiado, después de cenar seguimos jugando, no a los mismos juegos, pero sí a otros.
Llevo toda la tarde preparando la mesa en la que cenaremos, quiero que al igual que para mí las Navidades eran una época especial, también lo sea para ellos. He puesto los lazos al frutero, he preparado mi bandejita con los mazapanes, he sacado mi mejor cubertería y esta tarde también se han acercado niños a casa para cantar al belén y que les diera el aguinaldo…
La verdad que es una época de sueños, en mi pequeño pueblo (Noblejas) todas las calles están iluminadas con las luces características de Navidad, se nota que hace frío, todas las chimeneas están encendidas y sueltan un humillo blanco que hace que el ambiente sea todavía más mágico, el belén está puesto en la plaza del pueblo y todas las personas que veo pasar desde mi ventana llevan gorros, bufandas y guantes de lana. ¡Sólo falta la nieve!
Ya son muchas las Navidades que he vivido y nunca me canso de celebrarlas, creo que cada año las disfruto más, eso sí, de distinta manera. Mis 84 años no están para muchos trotes pero sé que he vivido cosas distintas en cada momento y que esto es lo que me toca ahora vivir.
Mañana os contaré como ha transcurrido la noche, aunque siendo en familia ya os anuncio por adelantado que será de ensueño.
¡Pasad una feliz noche!

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